
Cuando era una niña tuvimos un perro llamado Tigre, tuvimos varios y aunque a todos los quisimos ese fue nuestro "perro". Tenía mi hermana unos 9 años y yo cinco, pero siempre recuerdo el hecho aun lágrimas caen por mis mejillas cuando lo evoco y sé que a ella también. Nosotros vinimos a Punta del Este desde la Capital, y los dos primeros años vivimos en una casa muy antigua al lado de la casa de mi tía, a cuya sugerencia mis padres decidieron cambiar su destino. La casa era hermosa grande, la cuadra pertenecía a la familia, mas no a nosotros, viviríamos allí hasta encontrar lugar permanente. Como familia unida en aquella poca, que ocupaban casi una manzana todas las casas convergían en sus fondos en un lindo patio. Cuando nosotros llegamos con todos nuestros petates y nuestro perro, el fondo ya contaba con dos perros mas. Desde el principio los perros pelearon, mi papá ataba el nuestro puesto que eramos digamos los invitados por un tiempo, y no quería causar problemas. Más se arreglaba para soltarse o los otros acercarse las trifulcas eran enormes. Un día salimos de paseo, a hacer una visita, en las afueras de Punta del Este por aquella época. Unos 40 km en un cálculo aprox. que saco hoy. Cuando volvíamos faltaba el perro, recuerdo que me dijeron ya nos alcanza, en mis cinco años sin entender de distancias o en el alboroto puesto que eramos muchos, no me percate de la verdadera realidad. Llegamos a casa y el Tigre no aparecía, papá nos dijo se perdió, lo lloramos muchísimo, mi madre también, ajena a la verdad y luego confirmada su sospecha aun peor. Un mes casi después se sienten unos rasguños en la puerta, la imagen escalofriante de un perro cadavérico, sucio y arrastrándose movió la cola, todos gritamos es Tigre. Que emoción aun la siento, no podía pobre ni beber la leche de tan exhausto que estaba. Mi madre le dijo a mi padre este perro vivirá toda su vida en esta familia, que no vuelva a suceder. Vivió un linda vida nos mudamos a nuestra casa propia, con un patio enorme y fue muy feliz, y nos hizo muy feliz, mas en sus últimos días, tuvo otra triste aventura. Ya casi no caminaba de viejito siempre tirado al sol, un día, nos avisan que la perrera, lo retiro de atrás de nuestro muro, y se lo llevo. Ya le quedaban pocos días, pero moriría en casa, cuando llego por el papa, contó que estaba acurrucadito al fondo de una jaula, asustado por otros perros más jóvenes y fuertes. En el momento que lo deposita en el suelo, el perro parece revivir y emprende carreras por todo el patio, en una algarabía increíble. Sus últimos días con su familia, la última noche en brazos de mi hermana dándole el ADIÓS con caricias. Aun está con nosotros en nuestros recuerdos, en nuestras anécdotas en nuestros corazones y aun derramamos lágrimas por él al evocarlo. Esta en nuestro Jardín nunca saldrá de allí, bajo el limonero al solsito. En tu honor Tigre nuestro perro. No encontramos fotos tuyas que pena no eran tan común las maquinas de fotos pero estas grabado en nuestras mentes. Estela Albini Ayer note que la historia de mi querido tigre, fue incompleta, solo fue una versión unilateral, por supuesto que el perro no dio su versión, pero podemos imaginarnos ese mes que sobrevivió, al hambre el frió y la angustia de haber sido abandonado por aquellos que tanto amor le prodigaban, y como habrá sido su odisea para encontrar al camino que lo conduciría de nuevo a su querido hogar. Fiel como un perro dice un dicho, cuan cierto no obstante el abandono, el siguió en su persistencia de encontrarnos y hubiera muerto en el intento. Por suerte no fue así y perdono y lamió la mano que lo abandono aun con dolor. Nunca te olvidaremos Estela Albini









No hay comentarios:
Publicar un comentario