martes, 3 de abril de 2012


 
Latidos de Anna

Cuando era niña, recuerdo la caja de las alhajas de mamá
Así la llamábamos, las alhajas eran, mayoría bijouteríe brillante
Y varios juegos incompletos de caravanas con la que nos divertíamos los días que debíamos mayormente estar en cama o en días fríos.
Hace unos años mi hermana me regalo mi sueño un baúl de Lancomme de terciopelo, del que ya perfumes y cremas desaparecieron, y en su seda naranja interior descansan mis propias bijouteries , al que también denomino mi baúl o caja de alhajas.
Hace unos días buscaba una caravana, cuando de repente me encuentro una bolsita sedosa de papel regalo, llena de monedas.
Mezcla de alegría y tristeza, el dinero sobrante del hada de los dientes de Anna, el último día antes de su partida, tratamos de gastarlo en chiquibum(buscapiés) para sus compañeras de colegio, aunque dudábamos de meterlo en las valijas; no fuera un problema, con el resto le dije a Annita de comprar chocolates o galletitas ya que ese dinero no podía llevar y ella se negó, me dijo que era para colaborar para mi viaje a Canadá, en los remolinos de su partida y las tristezas de dejarlas ir, lo olvide, y así lo vuelvo a encontrar. Lo deje allí como recordatorio de tus deseos, de tu corazón tierno y como incentivo, para mover mi esqueleto y hacer otro viajecito hasta allí, ir a buscarlas a la escuela, darme algún patinazo en la nieve, y no perderme
tantos escalones de sus vidas.
Annita, te queremos un montón, gracias por tu luz.
La pandilla Uruguaya.




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