jueves, 9 de agosto de 2012
Los chicos crecen
Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera…
Recuerdo cuando se peleaban como perro y gato como dice el dicho. Yo les hablaba y a ustedes les entraba por un oído y les salía por otro. Si tenían que, cuando había algún castigo se unían en sus fuerzas contra mí.
El otro día llegue a casa un poco cansada y oh sorpresa , un alboroto bárbaro para tomar la leche alrededor de la estufa, Germán y Sthefanie programando una mini vacación en Piriápolis, mirando películas en la página del cine analizando por cual iban a ver.
Fue como una ducha de agua fría que me saco el cansancio a pesar del alboroto desordenado que tenían, y me trajo una oleada o más bien una inyección de alegría.
Mi alegría de verlos unidos y felices fue muy reconfortante.
Salieron todos para el cine, se hizo de pronto un silencio, pero no el silencio de la soledad
Sino ese momento necesario para escuchar a mi corazón recordar las miles de ecos de sus sonrisas, recordar los miles de consejos que les he hecho a lo largo de su vida y sonreír yo ahora, pensando después de todo, lo que se les salía del oído les caía directo al corazón.
El mejor regalo para una madre es ver a sus hijos unidos y felices
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